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Espaciotiempo libre de Inteligencias Artificiales


A quienes leen mis publicaciones, se darán cuenta de que hablo mucho de ChatGpt, y sí… lo tengo entre ojos y no puedo evitar la desconfianza. No se trata de una tecnología cualquiera como una calculadora o un reloj (sin ánimo de ofender estas invenciones), y lo peor es que muchos no se dan cuenta de esta disrupción o les da tan igual como si saliera al mercado un helado de un nuevo sabor. Tal vez exagero, lo sé, y sobre todo, no puedo ser malagradecido, pues, esta tecnología es útil y sí… la utilizo. ¡Cosas de la vida, no! Ya lo dice el viejo y reconocido refrán: "Nunca digas 'De esta agua no beberé'". La primera vez que usé ChatGpt fue en diciembre del 2022 y, a modo de experimento, lo puse a prueba y "escribí" el primer capítulo de un libro de fundamentos de programación. Debo reconocer que fue un buen capítulo. Alguien por ahí lo leyó y creyó que era muy complejo como lectura para niños; pero, ¡ey, humano, hay que prestar más atención! Especifiqué que era una lectura orientada para estudiantes universitarios, no para peques, y repito: es un buen capitulo, bien redactado y muy comprensible. Es más... varios de mis estudiantes ya lo leyeron y hasta ahora no hay quejas. Sin embargo, algo pasó cuando me dispuse a escribir mi nombre en la obra, mis dedos no fueron capaces de oprimir las teclas del computador. ¿Era realmente yo el autor de ese capítulo? Respuesta rápida: No. Así que, dando un fuerte suspiro, me atribuí el rol de "question writer". A propósito, prefiero no usar el término "prompt engineering", lo considero inexacto y pretencioso, como cuando un humano quiere ocultar su mediocridad con un eufemismo. Estoy siendo duro, ¿eh?

Y si tuve el reparo de firmar con mi nombre un texto creado con ayuda —mucha ayuda, demasiada— de una inteligencia artificial, mis estudiantes no tuvieron tal filtro. Muy orondos entregaron tareas hechas, en su totalidad, con —por— ChatGpt y las hicieron pasar como suyas. El principal problema ni siquiera fue eso, la cuestión fue que realmente se creían los autores. No tuvieron cuestionamientos. Supusieron que como nadie les ayudó, o sea, como una persona de carne y hueso no los asesoró o colaboró; sino una tecnología, entonces la autoría es del quien edita y organiza las respuestas de ChatGpt en una hoja de Word. ¡Así van las cosas! Esta será una generación de jóvenes —me refiero a nivel mundial— que se creen autores, aunque apenas llegan a ser "question writers".


Así que el aterrizaje súbito de las inteligencias artificiales, como si se tratase de una invasión alienígena, representa un reto para la Humanidad. Cosas buenas vendrán: invención de medicamentos en tiempo récord, por ejemplo. Cosas no tan buenas se volverán un dolor de cabeza: pérdida de trabajos, y no de trabajos mecanizados en los que un robot los haría mejor y de forma segura; sino de trabajos en los que la creatividad es importante. ¡La creatividad esa característica humana distintiva que nos aventajaba del resto de animales, ahora parece que no es tan especial!

De todas formas, sí considero que una solución se tendrá que inventar, pues, la sombra de las inteligencias artificiales no debería estar presente en cada interacción y comunicación humana. Así que espaciotiempos libres de estas tecnologías se harán necesarios. Me refiero, en primer lugar, a espacios físicos, en los que seres humanos estén presentes sin mediar tanta tecnología. Me refiero a espacios en los que, de vez en cuando, haya una desconexión con las inteligencias artificiales. Me refiero a espacios en los que analizar el porqué de un error sea tan importante como la búsqueda de una solución. Me refiero a espacios en los que el ser humano se esfuerce por pensar. Me refiero a espacios en los que la decisión final no provenga de una máquina. En últimas, se necesitarán de espaciotiempos en los que la IA no esté invitada.



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Por Diego Darío López Mera
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