La muñeca

Esta no es una historia de miedo, aunque haya sucedido en la noche. Es, mas bien, una anécdota que te quiero compartir.
Mi hijo tiene 5 años y hace una semana, justo antes de acostarse, me preguntó:
—¿Las muñecas son caras o baratas?
No sé a qué venía esa pregunta.
¿Muñecas?, pero si es un niño.
A él le estoy enseñando sobre el dinero como objeto y medio de intercambio para conseguir dulces, chocolatinas, juguetes y otras cosas más importantes, y que cada moneda y billete es difícil de conseguir, que hay que trabajar muy duro, y que muchas personas tienen muy pocos billetes y la pasan muy mal.
A veces le doy monedas y billetes, y él las guarda en una alcancía. Y cuando se le antoja, saca algo y me dice que lo lleve a la tienda porque quiere comprar mecato. Inclusive, me ha invitado a comer helado.
En resumen, ya sabe que si tiene pocas monedas o billetes, no puede comprar cosas caras, que hay que ahorrar, que hay monedas que valen más que otras, y que los billetes valen más que las monedas. Esto lo hago, en parte, para que cuando vea un billete tirado por el apartamento no lo confunda con un papel cualquiera y lo bote a la basura.
Puesto que la pregunta me tomó por sorpresa y me demoré en contestar, repitió:
—Papá, ¿las muñecas son caras o baratas?
Así que le respondí:
—Algunas son baratas; otras, caras. Sin embargo, las más feas son las más baratas.
Luego fue donde la mamá y le dijo:
—Mamá, para Navidad, te voy a comprar una muñeca un poquito feíta.
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